El
empirismo niega la existencia de ideas innatas, invocadas por los
racionalistas, las cuales, según ellos, pueden ser descompuestas en
conceptos más simples que se derivan de la experiencia o bien esos
conceptos no son conceptos genuinos ya que no se les puede asignar
ningún significado (por ejemplo, el concepto de sustancia de los
racionalistas que es una mera palabra de carácter metafísico, pero que
no significa nada ).
También
los empiristas niegan que haya verdades necesarias a priori, como dicen
los racionalistas. Por otro lado, el empirismo acepta los juicios
sintéticos a priori, pero basados en la experiencia, a diferencia de los
racionalistas para quienes eso, juicios serían verdades autoevidentes,
válidos con independencia de la experiencia.
Finalmente,
el empirismo rechaza toda metafísica y, de manera inversa, da a la
ciencia un alto valor como medio superior de adquirir conocimientos.
Una
parte importante de la investigación en ciencias sociales tiene bases
en algunos supuestos principales del empirismo, desde luego, el valor
dado a la experiencia como origen del conocimiento y como última
instancia de contrastación de las teorías. Pero, justamente, en cuanto
reconoce que la ciencia está compuesta de teorías, el empirismo
científico reconoce el papel de la razón en la práctica científica y en
el desarrollo de la ciencia. En tal posición se puede clasificar al
sociólogo francés Emile Durkheim que para sus opositores es uno de los
más destacados empiristas dentro de las ciencias sociales, como lo es
también para ellos un positivista, en cuanto a la importancia dada al
método de las ciencias naturales en la investigación social. El empirismo fue desarrollado
esencialmente por una serie de filósofos ingleses entre los que se
destacan Locke, Hume y J. S. Mill.
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