MATERIALISMO

El materialismo considera la naturaleza como lo primario y el espíritu como lo secundario; pone el ser en el primer plano y el pensar en el segundo. El idealismo hace precisamente lo contrario: lo material no es sólo un reflejo distorsionado de las ideas. Fue Hume y Kant los primeros agnósticos, por llamarlos de alguna manera, quienes coincidieron en la imposibilidad de conocer la realidad que  enfrentamos cotidianamente.
Para Hume no sólo no es posible conocer las cosas, sino que tampoco es posible saber si existe una realidad objetiva. Desde esta visión se declara como metafísico cualquier intento de discusión sobre lo objetivo, pues para Hume lo único que el hombre puede saber está limitado a su conciencia y sensaciones.
Kant reconoció la existencia de una realidad objetiva, independiente y trascendente del sujeto a la que denominó “cosa en sí”, pero que todo lo que hace a la esencia de esa “cosa” (realidad) permanece incognoscible.
            Sin embargo, el materialismo dialéctico evidenció a lo largo de la historia de las ciencias sociales y naturales, que todas las respuestas a estas cuestiones eran posibles desde la práctica.
El Materialismo Dialéctico nos señala que debemos considerar las cosas y la vida como son en la realidad. Que hay fenómenos ideales y materiales. Son dos aspectos diferentes de una misma naturaleza o sociedad. No puede existir uno sin el otro. Existen y se desarrollan juntos. Lenin expuso en su obra [2]“Materialismo y Empirocriticismo” que “el mundo material percibidos por nuestros sentidos, al que nosotros mismos pertenecemos es la única realidad, nuestra conciencia y nuestro pasado, por suprasensibles que parezcan no son más que productos de un órgano material y corporal: el cerebro”. En esa misma tesis Lenin explicó que “la materia no es producto del espíritu; pero el espíritu mismo no es más que producto superior de la materia”. 
Para explicitar su método de ascenso de lo abstracto a los concreto, la esencia del materialismo dialéctico, Marx reveló que no se trata de comenzar desde el todo viviente (real), porque  en tanto es algo concreto tiene una multitud de determinaciones diversas y la única forma de poder captar todas sus determinaciones esenciales sería reproducir  lo concreto en el pensamiento como un proceso de síntesis: [3]“lo concreto  es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidades de lo diverso. Aparece en el pensamiento como resultado, no como punto de partida y representación”.  

 

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